martes, septiembre 12, 2006

Soy demasiado desordenada. Mi novio se queja de esto seguido y lo define como un comportamiento infantil. Paradojicamente la semana en que se fue de viaje me volví obsesiva con el orden de las medias y las bombachas .Saqué todo del cajón y ordené por colores y tamaños . Muy orgullosa de mi nueva forma de ser ,se lo conté por teléfono.

Cuando llegó del viaje todo volvió a la normalidad caótica . LLevé el tema a terapia diciendo que en vez de desordenada tendría que empezar a pensar que era una boicoteadora. La terapeuta abrió grande los ojos , suspiró y me dijo :"¿Lo dejamos para la sesión siguiente?".

Cavado profundo

Mi depiladora se fue del país. Dijo que estaba cansada del olor a cera y que su espíritu , incluídas sus manos , pedían a gritos un cambio. Iba a instalarse con el marido en Nueva Zelanda , porque después de ver "El Señor de los Anillos" se fanatizaron con el lugar. Mientras me contaba de su nuevo emprendimiento supe que en todo este tiempo la había subestimado demasiado.
Después del trabajo busqué un nuevo lugar donde depilarme. Entré con miedo a uno cerca de casa. Me atendió Mirta , la dueña del lugar , una señora de unos 60 años teñida de rojo furioso, muy simpática. Le dije que se parecía a Adriana Aizemberg pero mucho no le gustó.
Antes de pasar al camarín , me ofreció tres tipos de cera. Vegetal , Negra o Miel. Dije que me daba lo mismo , que pusiera la que menos dolía y me dijo: "conmigo es imposible que eso pase" .Al final usamos cera a la miel . Traté de romper el hielo preguntándole si viviá lejos de ahí. Mucho despúes , me dí cuenta que era una pregunta tontísima .
Mirta me contó que había comenzado en el oficio depilando a su madre , que había quedado paralítica. Luego se casa y al poco tiempo el marido la abandona llevándose con él al perro de los dos, un Mastín Napolitano.
Todo era muy triste , incluído el dolor que me producián los tirones de Mirta , exorcisada por el recuerdo del perrito. Yo tambien tengo un perro y se llama Batman dije como pude. No se porque se lo conté pero sentí que debía.
Cuando terminamos , me paré de la camilla para vestirme."¿Viste que no duele nada?". Impresionante dije y no volví nunca más.
Tratando de olvidar el mal momento, me metí en la galería París y ví algunas remeras que zafan para todos los días. La coreana del local me alentaba a comprar haciendo círculos en el aire con las manos . LLevé una.
De vuelta a casa me acordé de la durisima historia de Mirta y lo horrible que es depilarse. También imaginé salir en la tapa de GENTE diciendo "En mi vida,hay un antes y un despues de la tira de cola".